Nunca fuimos amigas y seguramente no lo habríamos sido.
Cecilia y yo nos conocimos hace más de 15 años en un evento de mujeres, ella abogada y yo reportera.
Un día me mentó la madre en tuiter y mire usted que sabía hacerlo. No sé el motivo; incluso, la anécdota tampoco la recordaba, pero fue ella quien me la contó:
“Supongo que no te caigo bien por lo que te dije en tuiter -me dijo un día en los portales de San Pedro Cholula- pero como te lo escribí entonces, fue un error. Te confundí con otra persona, con otra Lety… y que bueno que me respondiste igual, sino no me habría dado cuenta”.
Le regresé la mentada, me aseguró entonces; sin embargo, nunca recordé el episodio y ella se negó a contármelo.
En mayo de 2018, durante un debate en donde Luis Alberto y ella, cada uno en sus respectivos partidos, defendían sus propuestas para conseguir la alcaldía de San Pedro Cholula, fue que nos volvimos a ver.
Semanas después declinó a favor de la coalición Morena/PT y en una rueda de prensa conjunta se sumó a la campaña.
En octubre de 2018 fue nombrada titular de Bienestar en el gobierno de Luis Alberto y meses después -por marzo de 2019-, renunció al cargo.
Poco coincidimos durante nuestro paso por el Ayuntamiento, quizá un par de actos públicos nos juntaron. No más.
Sabía de las diferencias políticas con Luis Alberto. Quizá la personalidad desparpajada y provocadora de ella no coincidían con la de él, no sé.
Las diferencias la llevaron a renunciar y después se convirtieron en denuncias en contra del entonces presidente municipal. “Violencia política de género”, argumentaba.
(No pondré a debate el tema, pues mi objetividad se vería mermada por obvias razones)
Minutos después del ataque que le arrebató la vida a Cecilia, yo pasaba por la zona, pues está a unas cuantas calles de mi casa.
“No puede pasar señorita” -me dijo un policía. “Parece que hubo un robo con arma de fuego”.
Tuve que rodear. Me topé entonces con un operativo de la policía del estado, una camioneta gris tapada, un par de señoras llorando en la reja del fraccionamiento La Riviera y nada más.
Tomé unas fotografías para tuitearlas, pero iba al volante y lo olvidé.
Dos horas después todos supimos que Cecilia había sido cobardemente asesinada.
No, nunca fuimos amigas y seguramente jamás lo habríamos sido, pero eso no evita que sienta rabia e impotencia por su muerte, por el hijo que deja huérfano y por su madre que deja sin hija.
No, no éramos amigas, como tampoco fui amiga de las 19 mujeres asesinadas con violencia en lo que va del año, según datos del Odesyr o del observatorio de Violencia Social de universidad Iberoamericana, aunque la Fiscalía del Estado insista que son “solo” 5 feminicidios los que se han registrado durante 2022.
Vivimos en un país en donde impera la injusticia y la impunidad.
Me sumo a la exigencia de much@s para que el asesinato de Cecilia Monzón sea esclarecido, que se ejerza la ley y den con los autores de tan terrible crimen.
#niunamás