Conocí a Marco Antonio Rojas cuando se desempeñaba como secretario de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Melquiades Morales. 

Tenía apenas unos meses de haber llegado a Puebla y por supuesto que no tenía idea de su trayectoria política. 

Mi jefe de información, Alejandro Mondragón, me envió a entrevistarlo sobre los conflictos (eternos, por cierto) en el transporte público. Combis y camiones que circulaban a exceso de velocidad, unidades piratas y por supuesto los “presuntos” moches a los empleados encargados de los operativos.

Su primera expresión cuando me vio fue: 

“¿Y ahora qué dicen de mi señorita?” 

Yo con cara de ¿de qué madres habla este señor? le dije “pues no sé, yo solo vengo a entrevistarte porque me mandó mi jefe”.

No pudo contener las carcajadas y yo con un dejo de indignación le dije y ¿por qué te ríes, si se puede saber?

- “Porque se ve que eres nueva y seguramente no eres poblana, me hablas de tú y eso niña, casi nadie lo hace; pero me gusta, así que yo también te hablaré de tu”. 

Efectivamente, le hablaba de tú incluso al propio gobernador Melquiades Morales. Mi ignorancia sobre los protocolos en este lado del país eran más que evidentes y hubo compañeros del medio que me calificaban como igualada. 
Pocos días después supe que Don Marco Antonio Rojas siempre quiso ser gobernador.

Fue en 1992 cuando un grupo de poblanos, integrados por políticos priistas de la vieja guardia, sociedad civil y hasta periodistas liderados por Mariano Piña Olaya, entonces mandatario en el estado quienes crearon un movimiento que se autodenominó “Opción Local”. 

El objetivo era impedir que Manuel Bartlett llegara como candidato al gobierno -y por obvias razones al cargo-. Quienes entonces tenían posibilidades reales de convertirse en el sucesor de Piña Olaya eran: Marco Antonio Rojas, Germán Sierra y Guillermo Pacheco Pulido.  Sin embargo Carlos Salinas de Gortari, presidente de México decidió enviar al tabasqueño Manuel Bartlett como el elegido. 

Don Marco Antonio, quien en ese momento era alcalde de la ciudad de Puebla, perdió su oportunidad de oro para escalar a lo que según los “usos y costumbres políticas “le correspondía, ser el siguiente gobernador. 

Para calmar a los priistas locales, se dijo entonces -mero rumor de la aldea - que Marco Antonio Rojas estaba gravemente enfermo y eso le imposibilitaría ser gobernador de Puebla. Rumor que por supuesto fue descartado con el tiempo. 

Los años le fueron quitando a Don Marco Antonio Rojas popularidad ante los poblanos   pese a mantenerse como líder moral dentro del ex partidazo (PRI). Siempre fue querido, quienes lo conocimos -terminamos siendo buenos cuates- independientemente de su posición política, sabemos que fue un hombre que no sólo simpatizaba con la mayoría, sino que sus largas conversaciones te llenaban de historias políticas que hoy en día parecerían inverosímiles ante las nuevas generaciones, sobre todo en cómo se llegaba a los cargos políticos más importantes de un país. 
 

Un abrazo soldiario a su familia y pronta resiganción. 


QEPD