Un altercado sin precedentes sacudió el Senado de la República al término de la sesión de la Comisión Permanente de este 27 de agosto, cuando el dirigente nacional del PRI, Alejandro "Alito" Moreno Cárdenas, se enfrentó de forma violenta con el presidente de la Mesa Directiva, el senador Gerardo Fernández Noroña.

El incidente, que escaló de un reclamo verbal a una agresión física, dejó atónitos a los legisladores presentes.

El momento de la confrontación se dio justo después de que la Casona de Xicoténcatl terminara de entonar el Himno Nacional. Moreno se acercó a la tribuna y, con un notorio sobresalto, encaró a Noroña, reclamándole airadamente por no haberle cedido la palabra. "¡Te estoy pidiendo la palabra!", le gritó con furia.

La tensión aumentó cuando, al ver que Noroña intentaba retirarse, Moreno lo sujetó con violencia del brazo para impedírselo. Esto desató la ira del legislador de Morena, quien gritó "¡No me toques!" y trató de zafarse.

En ese instante, la situación se descontroló por completo. Moreno empujó a Noroña con la intención de tirarlo al suelo y, visiblemente fuera de control, lanzó una serie de amenazas e insultos. "¡Te parto tu madre, cabrón! ¡Te rompo tu madre! ¡Eres un puto, cabrón!", se escuchó gritar al líder priista, mientras Dolores Padierna intentaba separar a los legisladores.

La agresión no paró ahí. Cuando un integrante del equipo de Noroña, identificado como Emiliano González González, intentó calmar la situación, también fue empujado y, una vez en el suelo, pateado por el priista. A lo largo del zafarrancho, otro individuo se sumó al altercado, lanzando golpes a Noroña y a la senadora Padierna.

Toda la escena fue presenciada por el legislador del PRI, Rubén Moreira, quien en ningún momento intervino para frenar a su líder de partido. Por el contrario, según fuentes del Senado, Moreira también empujó a la persona que intentaba interponerse en la trifulca, mostrando una preocupante complicidad en los hechos.

Este incidente no solo expone las profundas divisiones políticas, sino que también genera serias dudas sobre la capacidad de los líderes para mantener el orden y el respeto en uno de los recintos más importantes del país. La agresión, atestiguada por múltiples legisladores, deja una mancha en el historial del PRI y en la imagen de sus líderes.