Este martes por la tarde, en las instalaciones del PRI municipal, allá por la 5 Poniente, se rendirá un homenaje póstumo a Bárbara Ganime, quien falleciera recientemente consecuencia de un cáncer.

Organizado por su hija Michel Islas, militante activa del ex partidazo y quien desde pequeña siguió los pasos de su madre. 

Llama la atención que, ni en tan sensibles momentos, los priistas logran la tan ansiada unidad; pues, según nos cuentan, hay conflicto hasta para ver quién va, quien no, quién habla, quién no.

Resulta que Guillermo Deloya, ex aspirante a la presidencia municipal de Puebla, hoy director general de TV Azteca Puebla, fue invitado  personalmente por la hija de Bárbara  como uno de los oradores en dicho homenaje. Él , como amigo personal y de partido de la ex diputada local aceptó sin pensarlo . Horas después de la invitación, recibió una llamada de su “compañera de sector y de partido “ Claudia Hernández (sí, aunque usted no lo crea , aún levanta su manita ) pidiéndole de “favor” que no se presente en el acto y mucho menos hiciera uso de la palabra, cómo está programado. 

Sin darle razón y confesarle quién era el verdadero emisario, la ex legisladora aclaró que “es por el bien del partido”

¿Bien? ¿De qué habla? Si no se han enterado, su adorado PRI está a punto de un colapso  aunque su dirigente estatal, Néstor Camarillo, insista en hacerle publicidad y fingir que están mejor que nunca.

Y es que, Deloya, quien por cierto jamás renovó su militancia, les ha dado duro y a la cabeza en sus columnas nacionales y redes sociales y eso les duele a más de dos.

Es evidente que el problema del tricolor no es de forma sino de fondo. El protagonismo de su dirigente y la lambisconería de los pocos  que quedan  les llevará a lo inevitable  y terminarán , sino es que ya lo son, como los siervos del blanquiazul.