Como parte de las actividades que se realizaron en el Hospital Universitario de Puebla (HUP) por el Día Internacional del Químico, la rectora Lilia Cedillo Ramírez dictó la conferencia “Los retos de la Microbiología en el siglo XXI”, en el aula magna de este nosocomio.

Ante la presencia de la directora del HUP, María Virginia Ortega Alejandre, y de la subdirectora médica, María Guadalupe González González, así como de químicos y estudiantes, la rectora recordó que el avance de las ciencias médicas en el tratamiento de algunas enfermedades, así como la erradicación de la viruela y de la poliomielitis, dotaron de cierto optimismo respecto a la aparición de nuevos males infectocontagiosos.

Contrario a dicha postura, la aparición de enfermedades como el SIDA o el coronavirus, entre otras cepas bacterianas multirresistentes, demostró lo errado de este augurio. Así, indicó que entre los retos que en la actualidad enfrentan los químicos y microbiólogos destaca la elevada variabilidad del virus de la gripe y la existencia de múltiples reservorios de animales, principalmente aves, lo que representa una amenaza real para futuras pandemias.

En lo que va del siglo, refirió que el SARS CoV-2 ha sido uno de los principales desafíos en materia de salud pública, sobre todo porque aún representa un futuro incierto debido a que algunos aspectos del sistema inmune y su interacción con el virus se desconocen, además de que el efecto a largo plazo de las vacunas y la aparición de nuevas variantes no está del todo controlado.

Ante este panorama, la doctora Cedillo Ramírez planteó diversas propuestas de acción, como reforzar a nivel primario y hospitalario los sistemas de vigilancia microbiológica y epidemiológica del virus gripal, del SARS CoV-2, de los virus parainfluenza, de los adenovirus, así como el incremento en la morbilidad de infecciones de transmisión sexual.

De igual forma, se pronunció por fortalecer la colaboración entre instituciones dedicadas a la investigación en el área de la salud; a tomar medidas para prever el almacenamiento y adquisición de insumos para la atención de emergencias; potencializar las técnicas de diagnóstico; evaluar de forma continua la eficacia de los antivirales, así como revisar las políticas en materia de formación de recursos humanos especialistas en infecciones emergentes y reemergentes.